domingo, marzo 28, 2010

T E R R E M O T O


Sí, es verdad lo que pasó en esta ciudad, cuando un terremoto afectó a este pueblo, que cumple 200 años de histórica “republicana” (que palabra mas manoseas estos días de cambios de administración)- en fin. Fue un inicio movido este año del bicentenario; nada que decir, pero si en algo se puede confiar o por lo menos, sospechar, eso son las coincidencias. Primero tenemos a un país que cumple 200 años, luego es el tiempo, después de 50 años casi, cuando la derecha se vuelve a hacer del poder, por lo menos de manera legítima- y estábamos acercándonos a un nuevo aniversario del –a estas alturas- mítico terremoto del ’85.


En eso nos pilló el sismo, con la cabeza puesta es muchas cosas: el mundial, el cambio de mando, el bicentenario, el festival de Viña, el último fin de semana de vacaciones y cuando estábamos en los descuentos de ese fin de semana, pam! 3.44 am y todo cambió de un zuácate!. Medio país en el suelo, la otra mitad sin saber qué diablos pasó y los que no se cayeron, tratando de darse cuenta qué diablos ocurrió.


Ha pasado un mes desde el hecho en sí, y unas cuantas replicas o “enjambres sísmicos” han pasado ya, y el país ya comienza a ponerse de pie, o por lo menos tiene las intenciones. Y mucho se ha hablado de lo que pasó, las causas, los errores, los aciertos, los culpables, los responsables, los ineptos y los héroes “anónimos” que han aparecido, ah y por cierto, el nunca bien ponderado lumpen.
Pero que hemos sacado en limpio de este “azote de la naturaleza”? de qué nos sirve? Cómo decía el “vidente” de Filipinas o algún país medio macumbero, “Chile saldrá adelante” pfff, la media sorpresa, nómbrame 1 país que haya sido azotado por un terremoto y se haya quedado tirado en suelo para siempre. No hay que ser adivino para darse cuenta, que después de una tragedia así, hay que recuperarse de alguna forma y salir a delante y continuar con la vida que siempre se llevó hasta ese día.
Lo evidente es que este país dejó en claro que tiene un problema de comunicaciones, y no solo me refiero al desacierto Onemi-Armada-Shoa-Onemi-Gobierno-ciudadanos. Voy al punto que este país no puede darse el lujo de dejar sus comunicaciones oficiales en manos de privados. Todo el aparataje estatal y militar no puede depender de un par de antenas de empresas de telefonía móvil para comunicar lo -que a estas alturas- indica el sentido común: que con un sismo en el cual no te puedes mantener en pie y si estas en la costa, debes apretar muslos hacia las colinas. No por nada Iron Maiden lo viene cantando hace mas de 30 años. Pero la gente no le hace caso al rock.
Se ha tratado de lanzar el esférico desde un lado a otro, hablando de responsabilidades y errores de procedimiento, de falta de información y un montón de cosas, pero no se puede creer que al momento de escuchar explicaciones, las compañías de telefonía digan “es que se produjo el efecto año nuevo” y por eso se cayó el sistema. Por mucho que uno apoye al gobierno saliente (administración Bachelet) no puede esperar que sea tan lento en su reacción antes tamaña tragedia. Había que actuar rápido y se subestimó el descontento o sinvergüenzura de la gente y esta se tomó la revancha de exigir lo que el sistema económico adoptado por un país tercermundista con aspiraciones arribistas, no puede darles: cosas materiales. Así vimos como el lumpen se alimentaba de pulgadas de televisión y ejercitaba sus adiposos cuerpos en medio de una tragedia con enormes máquinas de ejercicio, o pasaba los nervios de las réplicas sísmicas con varias botellas de alcohol caro.
El chileno de medio pelo, vio su oportunidad de tomar lo que siempre quiso y que su escuálido bolsillo no puede darle y optó por el “pillaje”, tomar o arrasar con lo que primero encontrara para vengarse del sistema, de los que tienen más y salir impune, porque era un momento de caos. En situaciones en que el descontento social es palpable hace bastante rato, extraña ver a una autoridad que demore 36 horas en reaccionar e imponer el orden. Pero si algo nos ha dejado de herencia la democracia, y en particular la Concertación, eso es el miedo y la reticencia a dejar cierto grado de poder a las fuerzas armadas. El fantasma de que todo se vuelva en blanco y negro con comandantes en jefe con miradas ocultas en lentes oscuros, es algo que no podían permitir. Revivir viejas escenas de dolor traumático para cierta parte del país no podía permitirse, y ese fue sin duda el mayor cargo de conciencia para un gobierno que debía hacerlo, pero sus propios fantasmas y trancas psicológicas mermaban la reacción lógica que debía imponerse. Yo en ningún momento habría dudado en mandar a militares a las calles y si tuvieran que usar sus armas, ni por un momento habría demorado en apretar el gatillo para reducir o imponer el orden. Aunque la palabra correcta era “restablecer” el orden.



Pero no seamos tan drásticos, volvamos a recordar una y otra vez los eventos de nuestro “27 F”, como los medios; sí, los tan vilipendiados medios de comunicaciones, eso que a la hora de catalogar alguna tragedia nacional con tintes de Armagedón, recurren a lo probado, a la sandía calá del exterior para titular y destacar nuestras tragedias. Así, luego del incendio al edificio Diego Portales, por inicios de los 2003 (creo), Santiago tuvo su propia “Zona Cero”. Hoy volvimos a tener nuestra “Zona Cero”, esta vez en el sur. El recuerdo fresco de la tragedia del terremoto en Haití y ver a un país en el suelo que llamó la atención mundial, estaba latente y pensamos que esa atención de volvería hacia nosotros. Todo un mundo socorriendo a esta gran nación sudamericana con arrebatos de país desarrollado, pero atascado eternamente en un montón de tierra junto a andrajosos países tercermundistas latinoamericanos. Horror. Pensamos que el salvataje final de un mundo desarrollados, era posible para nuestro país, que finalmente se nos reconocería como lo que somos donde realmente importa, no con estos países bananeros de tez oscura que tan mal hacen lucir nuestra plaza de armas. Nuestra hambre de reconocimiento por parte de a quienes les movemos la cola para hacernos notar era inminente, pero no fue así.
Nos llevamos el apoyo lógico de todos, pese a tener un terremoto de mucha mayor intensidad que Haití, y si a eso le sumamos el Tsunami, era como tener una tragedia 2x1. El recuerdo del Tsunami de Indonesia donde hubieron miles de muertos ya era antiguo, nosotros, Chile, sufría los embates de la naturaleza y necesitábamos desesperadamente la ayuda internacional, “somos un país en vías de desarrollo que requiere su ayuda, ayúdennos a ayudarnos!, seria la consigna. Pero rápidamente todo se desvaneció. Luego de enviar la ayuda justa y necesaria, a la vez que se conocían los reales resultados del sismo. Nuestro terremoto fue ninguneado, nos despreciaron, nuestra tragedia no era lo que había sido Haití ni Indonesia, apenas un puñados de miserables muertos y desaparecidos mas un montón de casas de barro apiladas en el suelo. Nada mas intrascendente para los demás. No por nada la frase de los gringos para anunciar algo que no tiene mayor importancia fue “terremoto en Chile, pocos muertos”.
Nos quedamos mirándonos el ombligo como siempre lo hemos hecho, queremos ser parte del mundo moderno, desarrollado, pero somos un simple país de cola pelá, que, influenciado por los medios vemos y hacemos lo que el resto hace. La copia feliz del Edén, le llaman a eso y fue asi como vimos en Haití el caos social y claro, tuvimos que imitarlo: saqueos desproporcionados, hordas de personas corriendo con lo que primero encontraban a su paso, la muestra de la “involución humana” estaba a la vista. Los indios que rechazamos diariamente se habían apoderados de nuestras cabezas con pelos teñidos y pieles tostadas por el sol, y habíamos recurrido al “pillaje”, el saqueo, el sálvese quien pueda, el sálvate solo, la ley del mas fuerte (en este caso el mas rápido) y en casos que rayan el descriterio-en autos de jóvenes profesionales. Hechos condenables, pero habíamos hecho lo que habíamos visto por la tele. Esa caja que nuestra la verdad como queremos verla: exagerada, tergiversada, dramática, lacrimógena.
Asi pasamos las primeras horas de la tragedia, información al goteo, escasa. La principal ayuda fue la fiel radio a pilas. La televisión tuvo su show durante 2 semanas, tuvo a sus iconos, primero al tipo de la bandera, pero como era morenito no tenía llegada al sector acomodado, mejor busquemos otro: “el Zafrada”, tez clarita, pelo rubiecito, “encantadores” errores de pronunciación. Ése era el rostro que ésta tragedia necesitaba. Ni el mejor equipo de publicidad podía haberlo hecho mejor. El “Zafrada” sería el icono de ese Chile joven, educado a medio morir saltando, pero que quiere surgir, salir adelante entre tanta miseria y escombro; mostrándole al mundo que no tiene nada, salvo las ganas de volver a ponerse de pie.
Nos enteramos de la destrucción, de los desaparecidos, de los muertos, que, a medida que pasaban los días eran menos. Única tragedia en el mundo en que mientras más días pasan, menos son los muertos que se van registrando. Simplemente notable. Nos indignamos con los dueños de constructoras que no dieron la cara para responder por sus edificios y el fin del “sueño de la casa propia”. Queríamos ver linchamientos públicos, ejecuciones en las plazas, había impotencia y rabia, y mientras tanto seguía temblando.
Medio país en el suelo, otros tantos a oscuras, nos costó recuperarnos del golpe, nos sigue costando, siempre nos va a costar porque estamos mal acostumbrados. No se explica la diferencia entre el terremoto del ’85 y este. Siendo Chile un país con “cultura sísmica”, el 27 de febrero simplemente se nos olvidó. Había pasado mucho tiempo desde el ’85, cosas de viejos dicen algunos, la generaciones mas jóvenes subestiman a la naturaleza, pero se sensibilizan con el desvalido; expían sus culpas arrojándose a las calles a reconstruir pueblos a diestra y siniestra. Ése es el espíritu de los jóvenes. El terremoto del ’60 en Valdivia es casi mitológico, el recordatorio que la cosa puede ser peor, y a la vez, si no supera a ese 9,5 no es tragedia. La foto portada de LUN con los efectos del terremoto del ’60 y el de ahora es impactante.
Estamos a una semana del hecho y el recuerdo (y temor) de varias generaciones se hace realidad: “Chile ayuda a Chile” está en el aire de los canales de televisión. La cruzada solidaria encabezada por Don Francisco levanta a un país; Chile no es un montón de gente que sale arrancando de un supermercado con una tele o una lavadora en medio de la tragedia. Chile es solidaridad, es esfuerzo, es empatía por el más afectado, es un corazón gigante que sufre por los más desvalidos y que sangra por ayudarlos, son las chauchas en la caja del supermercado, es la comodidad del living frente a la tele mientras se consume el producto cuyo gerente está haciendo entrega de millones de pesos. Eso es chile.
Los diarios son una buena muestra de lo que afectó al sur, los especialistas opinan, por qué siempre los “especialistas” nunca trabajan donde deben y siempre que opinan o advierten que algo así va ocurrir, no se les toma en cuenta? Si son “especialistas” por qué no están donde se les necesita¿!!
continuará