sábado, diciembre 10, 2011

LA CAIDA DEL MODELO

Tal como una olla cuyo interior silencioso comienza a ebullir a fuego lento. El desencanto, la decepción, la frustración, convergieron en tiempo y lugar: Chile. Y el primer damnificado fue el gobierno de derecha; gestor y defensor del modelo, ese que la administración Pinochet instauró como salvavidas y puerta al desarrollo para un país que venía –según ellos, en blanco y negro. Bien por ellos, mal por nosotros. Por años nos tragamos o simulamos creer las mil y una fantasías que el “modelo” nos vendía. Viviríamos mejor, “cada chileno tendría una bicicleta y una tele”, dijo Augusto en algún momento. Nos habían importado un modelo exitoso, la plata dulce, oportunidades para todos, plata saliendo de los alcantarillados o cayendo de los árboles. Se podía vivir y soñar en colores.

Aburridos de masticar esa esperanza por una alegría que no llegaba; que esperábamos como niños la llegada del padre al final del día, con esperanza. Pero lamentablemente nos demoramos mucho en darnos cuenta que ese padre no llegaría jamás. Que en algún punto cambió de dirección y que tendríamos que asumir esa ausencia y salir a la calle a tomar nuestro rol como país. Cosa que por cierto, costó 4 gobiernos de la Concertación y uno de derecha (por lo menos elegido democráticamente, el último). Bajamos la cabeza cuando nos decían que debíamos asumir el costo del modelo, que así se hacían las cosas en los países desarrollados y que para llegar a eso, debíamos obedecer, pero los resultados de nuestra obediencia no se veían en el día a día. Algo olía mal pero, acostumbrados acallar, obviábamos lo que estaba podrido: el modelo. Pero la maldita modernidad, ese invento del mal, llamados internet, aparte de ofrecer pornografía gratis, nos ofrecía información clara, menos manipulada que la que por años tuvimos (seguimos) que tragar, creyendo la “versión oficial”, sin hacer ni decir nada, porque el modelo se podía enojar con nosotros.

El 10% que controla el país estaba tranquilo, sus ganancias inalterada y un país en orden, pero ¿cuánto mas podíamos callar? Se habla de la desigualdad, de las vías de desarrollo, que el modelo funciona, que somos la copia feliz del edén, que Chile le da lecciones al mundo, que estamos protegidos frente a los desbarajustes del mundo, que nuestra economía es firme como un roble y que nada ni nadie nos puede venir a enseñar cómo se hacen o son las cosas. El Dueño del fundo “sabe”, nosotros no.

y con la misma paciencia de la olla, el descontento hirvió. Se podría culpar al Sernac por enseñar al chileno a reclamar, a exigir sus derechos-palabra que da escalofríos a muchos- y bueno, que de algo haya servido la internet. Nuestro modelo, en esencia, la copia feliz, tenia fallas, y que podían ser solucionadas y que si levantamos la voz no nos pasaría nada grave (muerte) o por lo menos nada tan grave o que quedara en la impunidad o el secreto de estado.

Políticos, autoridades eclesiásticas, empresarios comenzaron a ver amenazada su tan añorada tranquilidad. Los ciudadanos de a pie estaban más despiertos que antes, dónde estuvo el error o el momento en que esa sumisión se fue al carajo? Nadie lo sabía, o tal vez sí, pero eso aun no lo sabemos o nos importa porque no es primordial saberlo, sabemos que el momento llegó, que las frases politiqueras no son verdad que “Gana la gente” fue verdad para los que tenían plata y que ganaron más plata a costa de nosotros; que “Chile para todos” era para los consorcios internacionales que podían pagar por un trozo de ese Chile; que “Crecer con igualdad” era para quienes fueran más iguales que otros; y que “ a los delincuentes se les acabó la fiesta” era verdad, porque luego empezó el carnaval. Eso durante 20 años de “transición” y agotan la paciencia de cualquiera, bueno, la paciencia de alguien normal habría acabado a los 10 o incluso a los 5, pero como buenos chilenos siempre le damos más tiempo a las cosas, es cosa de quedarse en juntar con alguien para esperar media hora más de la acordada, cuando lo ideal es dar 15 de mas.

Afortunadamente las generaciones nacidas en “democracia” crecieron sin un fantasma con uniforme que los amedrentara cada vez que había cierta incomodidad en el país, así que solo tuvieron que reclamar lo justo para hacer ver a quienes estábamos aletargados en nuestra patética vida de adulto, para darnos cuenta que aun se podía pelear por algo mejor o por lo menos justo. Había esperanza y no todo estaba perdido. Lo dicen los números: el 2007 el 55% apoyaba al modelo económico; hoy el 65% lo rechaza. El miedo de los dueños del país es serio. La confianza se fue al carajo; nuestras autoridades no tiene credibilidad, es por ello que recuren a la última arma que les queda para salvaguardar el poder: dilatar los proyectos de ley sobre inscripción automática y voto voluntario o automático (personalmente creo en el obligatorio). No quieren perder el poder o la idea del poder; se autodenominan la estabilidad política del país, la seriedad que nos caracteriza desde los inicios de la republica, que nos diferencia de nuestros países vecinos, pero nada! Basta, la gente, por muy ignorante o desinformada que ande, tan estúpida no es, hay que darle la oportunidad que aprenda y se forme una opinión y que se sienta valorada por un estado que lo único que ha hecho es joderla desde que nace. Negándole las oportunidades que se merece, no solo por derecho propio, sino que por razones de sentido común, que al final del día al hacer sentir digno a tus ciudadanos, te valida como estado y te potencia como país serio y que está dispuesto a dejar atrás el fantasma de la mediocridad.

Todo el mundo tiene una opinión, el arma del miedo aun funciona para los poderosos que controlan los medios, que aun pueden asustar al chileno mayor de 40 que creció con un miedo real a morir, que el fantasma del desabastecimiento está a la vuelta de la esquina, que tienes que desconfiar de tu vecino, que te quiere cagar y que tu trabajo te lo quitará el que está a tu lado. Horror, los rotos al poder. La gente linda está asustada, la chusma está informada y sale a las calles, cosa que no se hace. Cómo es posible que estos mal agradecidos reclamen por educación gratis, salud, si los muy upelientos antes no tenían dónde caerse muertos, y ahora, mírenlos, con teles de 40 pulgadas en sus casas que aun están pagando gracias a los sueldos que les damos al trabajar dignamente en nuestras empresas. Estos cholos son todos unos ingratos. No hay que permitirles que estos consumidores critiquen y sean enemigos de la iniciativa privada, dicen ellos.

La lucha está instalada, las piezas en movimiento, el desencanto, según nos hemos dado cuenta no solo está en Chile, está en el mundo entero, el modelo ha tambaleado, y bien sabemos, que no puede caer a la primera, pero si seguimos empujando, llegará el momento en que caiga sin remedio.

El mundo político tiembla, quien podrá hacerse de liderar este movimiento social? No lo sabemos. No confiamos en ningún rostro que venga a infundir confianza, no a quienes durante 20 años dijeron estar a nuestro lado, pero al final nos vendieron al mejor precio que les pudieron dar por su lealtad. Nos quedamos solos acá abajo, pateando, y de entre los pares saldrá alguien a quien apoyar y hacer realidad con nuestras manos, la idea de un país justo para TODOS. Donde el que no tiene sea ayudado a que tenga y el que tiene, tenga algo mejor para que, el que tiene algo mejor no se sienta amenazado por los que no tienen.