domingo, octubre 02, 2005

ESE MALDITO ESPÍRITU

Se habla del espíritu como algo deseable, como lo bueno, como un signo de pureza. Aspiramos a ser criaturas espirituales, poseemos la fe, respetamos los ritos, no dudamos de las bondades de Dios, estamos en el camino indicado. ¿Qué pasa aquí? ¿Es que nadie conoce la fatiga y el tedio de toda práctica espiritual? ¿La sensación de asco y autodesprecio nacida del fondo del ser cuando nos enfrentamos con lo que es verdaderamente espiritual en el mundo?

Detengámonos un minuto. Revisemos nuestras prioridades. Miren qué pronto se responde a los cambios de temperatura, a la opresión de una ciudad aburrida, a una palabra cruel, a un cuerpo hermoso visto en la calle. Cómo nos estremecemos frente a un acto que sabemos ilusorio. Cómo nos inventamos sin parar falsos propósito para seguir respirando. Estamos demasiado interesados en nuestra sobrevivencia. Es necesario decirlo. Vivimos demasiado abiertos a todas las sensaciones y a todas las experiencias. Y qué decir de nuestros inconfesables deseos de reconocimiento, de gloria de alabanza y de poder.

Qué pronto se abandonan las grandes misiones espirituales y se negocia la tranquilidad de una vida ordinaria y mediocre. ¿Somos nosotros los que exhibimos un gran temperamento, una voluntad donde se adivinan todas las posibilidades? Ya veo que muchos desvían la mirada. ¿Cómo alcanzar la fuerza necesaria para elevarnos mediante qué trabajos? ¿Cuáles son las disciplinas necesarias?

La vida nos prueba la extrema actualidad de los sentidos, y a nosotros como sus mejores interpretes. El espíritu, el espíritu como lo bueno. Yo les diré una cosa: los que hayan pensado que el espíritu es algo deseable, no saben ni conocen las verdaderas dificultades que opone cualquier camino espiritual. Seamos serios. Nuestra pureza ya ha sido corrompida por la cultura. Sólo hasta que nos enfrentamos a lo divino no sabemos hasta que punto se ha deteriorado nuestra voluntad y envilecido nuestro espíritu.

No hay comentarios.: