viernes, noviembre 11, 2005

Man made prison

El hombre necesita prisión, necesita sentirse culpable, por eso inventó el matrimonio. El matrimonio es una prisión hecha por el hombre, es como cumplir condena, uno se levanta y ahí está la mujer, uno se acuesta y ahí está la mujer. Todo lo que uno hace cuando es soltero se acaba, como por ejemplo ver tele mientras se come, porque claro, ahora que uno está casado qué hace? Hablar de cómo estuvo el día “tuviste un buen día?” “tuviste un mal día?” “por qué tuviste un mal día?” preguntas que uno no quiere responder porque uno quiere olvidar el mal día; es como si uno tuviera que pedir permiso hasta para ir al baño. Es triste, pero lo más lamentable es que, al contrario de la cárceles convencionales donde a uno lo mandan a cumplir condena; en ésta (la del matrimonio) uno solo se envía.
“dead man walking through the green mile” gritan por ahí, y en cierto grado tienen razón; mientras se camina al altar es como caminar por el pasillo de la muerte y al final está el altar (silla eléctrica), el ejecutor (el cura) y el método de muerte (la mujer); el anillo es el brazalete que evita que uno se escape y no cumpla la condena y lo peor son los invitados al matrimonio, hacen el papel de testigos que impiden que uno pueda correr a último momento y saltar el muro que nos separa de la libertad que tanto amamos cuando jóvenes y que tanto se detesta cuando envejecemos, pero que a última hora parece tan cercana y posible rehacerla, que nos tiene cual serpiente con una brillante, redonda y jugosa manzana, pero como se trata de ser hombre y mantener la palabra es uno de los gestos que ennoblecen a los hombres, hay que morir en la rueda y llegar hasta el final del camino sin importar las consecuencias, y resistir porque lo que no te mata te hace más fuerte.
Por eso que mucha gente se casa más de una vez, porque construyen cierta caparazón que a medida que avanzan los matrimonios, se va poniendo mas dura y cada discusión, pelea o diferencia es una menudencia que con los años de experiencia y matrimonios en la espalda se hacen más soportables y como la edad da sabiduría, mientras más matrimonios más sabios. Por algo uno busca consejos de los mayores y no necesariamente de los padres ( a no ser que estén separados) , para evitar casarse demasiado y llegar con ideas claras, tal como en prisión te advierten de NO botar el jabón, en el matrimonio NO debes botar el sueldo y entregarlo completo a tu nuevo ejecutivo de cuenta que trabaja las 24 horas desde tu propia casa y que te mirará feo por cada cerveza tomada y cada entrada de estadio que gastes, las cuales serán vistas como despilfarros innecesarios que servirían perfectamente para el arreglo de la casa o el viaje de vacaciones al caribe que le prometiste.
Y recuerden que aún falta que lleguen los “retoños”. Pero para qué desmoralizar a las nuevas generaciones.


pero como dice Eddie en “hail, hail”

Hail, hail to the lucky ones and i refer to those in love…

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