miércoles, agosto 30, 2006

CHILE, CHILE LINDO

CHILE, CHILE LINDO

Éste país desmemoriado y promiscuo que se llama Chile, comienza su mes aniversario; durante 11 meses pisoteamos ésta tierra, escupiendo en ella, desmereciendo al compatriota, insultando a nuestras autoridades, desconfiando del chileno de clase baja, negando nuestras raíces,, discriminando nuestra propia cultura y valores. Esos 11 meses que hablamos del “mall”, del “outlet”, del “sell off”, del “happy Hour”, se olvidan porque la guitarra acústica que comienza a dar los acordes de un baile que la mayoría de nosotros no sabemos bailar, pero que nos entusiasmamos con el “galeón Español” como himno patrio. Ésa cueca que nos da vergüenza reconocer que nos sabemos la letra y la balbuceamos cuando estamos en público, al igual que el himno patrio, así como para que no se note que no lo sabemos. La cueca que es menospreciada por la nueva clase media arribista y que fue desterrada de los sectores acomodados; ésa cueca que tuvo un renacimiento con Los Tres (cuando estos eran orgullo y hoy solo son una mala copia de sí mismos); la cueca que no muere, aunque no faltan estilos nuevos que se acerquen por detrás para apuñalarla cada fin de semana patrio. La cueca que tiene muchos referentes, pero pocos representantes. En el fondo nos molesta Chile, pero lo amamos.
Amamos ése olor a empanada caldúa, con carne picada y harta cebolla, donde la masa gotea el caldito del pino y las aceitunas son del porte de un damasco. Despierta nuestro amor el sentarnos al lado de la parrilla a picotear el pedazo de carne que tan orgullosamente donó un bovino porque sabía cual iba a ser su destino y el por qué de tan cruel y abrupto final. Y durante un mes nos embriagamos con la particular “leche materna” que nos ofrece ésta tierra: el vino. Ése vino que despreciamos cuando viene en caja y su respectivo “guatero galáctico”, pero que nos derretimos en beber cuando llega en botellas con nombres tan difíciles de pronunciar y que nos confunden y nos hace recordar cuando antiguamente solo existía el tinto y el blanco y hoy, tenemos más variedades de las que podemos alcanzar a degustar durante un solo fin de semana de juerga nacional.
Amamos a Chile, pero somos de esos hijos mal agradecidos que cuando crecen se olvidan de donde vienen y que después que se van de la casa no llaman más para saber si tus padres aún viven.
Chile nos entretiene, aunque no con la mejor entretención que a veces se pueda buscar (la practica del rodeo la encuentro la más pelotudo de todos junto con el toreo de España, en realidad cualquier abuso contra los animales que se justifique como “tradición”, me carga); pero tenemos el tradicional volantín, el trompo, el palo encebado, la carrera en sacos. Ésta tierra se preocupa de entretener a sus ingratos hijos.
Chile nos quiere, pero de repente nosotros fregamos mucho la cachimba y por eso nos pega sus remezones que dejan mal parado a varios de compatriotas y eso, en el fondo, nos sirve para recordar que no nos mandamos solos y que le debemos respeto a ésta tierra.
Nosotros amamos a Chile, pero tenemos tendencia a tener una relación sentimental típica con Chile: la amamos, pero la odiamos, porque creemos que las únicas relaciones que duran son las enfermizas, porque si fuera una relación sana, nos aburriríamos y probablemente Chile también. Y como nos gustan las relaciones enfermizas disfrutamos decirle “te amo” a Chile un día y al otro “te odio” porque ni Chile ni nosotros sabe qué pasará al siguiente día y eso sí que hace que la relación tenga algo de emoción.
Pero en el fondo de todo por lo que hemos pasado, nos sentimos orgullosos de vivir aquí, aunque lo hacemos notar de una forma media ridícula, pero cuando uno está enamorado hace estupideces y si hacemos estupideces en público, simplemente es porque estamos enamorados de Chile. O acaso hacer notar al resto del mundo de donde viene el pisco nos hace mejores?; sentimos un estúpido orgullo cuando en alguna película o serie de la tele de otro país alguien nos nombra o nombran a Chile y nos sentimos orgullos e hinchamos el pecho como pato del silabario de puro contentos que nos pone que alguien diga el nombre de nuestra hermosa tierra en voz alta y que no seamos nosotros y cundo somos nosotros, lo hacemos bien fuerte y en masa y mejor si es en un estadio donde todos estamos vestidos iguales; con ése rojo fuerte que es el rojo de la pasión, la misma pasión con la que amamos a ésta flaca, porque nos gusta ésta flaca, porque es rica, nos mima, nos tiene provistos de todo y por eso debemos ser agradecidos de aquello, porque si no, qué mujer nos va a tener mejor mantenidos y protegidos que ésta larga faja de tierra y nuestras respectivas madres biológicas?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Grande cristián ya adivinarás porque llegué hasta tu blog .


gran aporte gran blog y que más puedo decirte elogios elogios y mas elogios sigue asi..

y seguiré visitanto tu blog



chau